Ser secuestrada por alienígenas es una cosa.

Ser secuestrada por alienígenas para ser enviada a un planeta prisión es otra, completamente peor. Aquí, en el sistema de prisión Haven, estoy varada entre extraños, enemigos, y los más brutales criminales de la galaxia. No es un lugar seguro para una mujer humana, especialmente no para una acusada de asesinato. Estoy condenada a un destino peor que la muerte.

Entonces… él decide que sería suya.

Se llama Jutari. Mide tres metros de alto, es azul y con cuernos. Es un asesino y uno de los prisioneros más peligrosos del lugar. No se parece a nadie que haya conocido antes… y puede que sea mi única oportunidad.

Un pirata no pide permiso, simplemente toma.

Cuando poso mis ojos sobre la delicada hembra humana, esclavizada por el contrabandista al que estoy a punto de estafar, hago lo que haría cualquier otro macho.

Se la arrebato. Es lo que mejor hago, después de todo. Ahora Fran es mía, y jamás voy a renunciar a ella. En mi nave, estará a salvo. Llevará mis ropas, comerá mi comida y dormirá en mi lecho. La mantendré a salvo de una galaxia que quiere hacerle daño. Pero mi dulce Fran no desea sino volver a su hogar en la Tierra. ¿Cómo puedo regresarla, si tiene mi corazón apretado en su delicada manito con cuatro dedos y un pulgar?

Como pirata, tiendo a mezclarme con seres de la peor calaña de los confines del universo. Estoy acostumbrando a andar con ladrones, asesinos y fugitivos. No debería sorprenderme el ver una esclava humana a la venta en uno de los pasillos de la estación. Pero lo detesto. Cuando veo que está a las puertas de la muerte, no me queda opción sino actuar.

La compro.

Ella me escupe la cara.

Es amor a primera vista.

Por lo menos lo es de mi lado. Sé que jamás podrá ser, porque soy solo un horrible alienígena bestial para ella. Su enemigo. Si tan solo ella supiera cuantas leyes estoy dispuesto a romper solo por probar sus labios…

A nadie le gusta una cautiva rebelde.

Aprendí eso por las malas. Fui secuestrada de la Tierra y atormentada cruelmente a causa de mi espíritu guerrero hasta que aprendí que lo único que me mantendría a salvo sería ser dulce, tranquila y agradable. Es lo que me mantiene con vida.

Cuando me rescataron unos piratas espaciales, ellos me dicen que estoy a salvo. Me dicen que puedo ser yo misma otra vez, que puedo enfadarme todo lo que quiera, reírme, llorar y gritar. No les creo, por supuesto. Ciertamente no le creo a Alyvos, el “músculo” de la tripulación. Todos dicen que no hay nada que le guste más que una buena pelea, pero conmigo es amable y cariñoso. ¿Cómo puedo temerle a alguien que me abraza con ternura y tiene una piel tan suave?

Pero mi pirata quiere más de mí, más de lo que puedo ofrecerle. Quiere mi espíritu fogoso… y no estoy segura de tenerlo aún.

La tripulación del Idiota Enamorado está preocupada por su navegador, Sentorr. Está obsesionado con su trabajo, pasando cada momento de su día en el puente. Pero no es con el trabajo con lo que está realmente obsesionado el gigante azul.

Es una hembra.

Sentorr está convencido de que Zoey, la navegadora de otra nave pirata, es su pareja destinada. Pero ella no quiere mostrarle su rostro, o encontrarse con él. Se contenta con tener conversaciones candentes por el comunicador.

Él está empeñado en encontrarla y reclamarla para sí, sin importar lo que cueste. Pero cuando lo haga, ¿podrá perdonarla por mentirle sobre quién (y qué) es, y seguirla amando?

¿O el hecho de que Zoey sea humana será demasiado para este enorme macho azul?