Chick-Lit - Humor - 3 Libros - Completa
01 - Ni contigo, ni sin ti
La primera vez que Lauren Weaver posó su incendiaria mirada verde en Kenneth O’Brien, este estaba bajo su ventana, con la misma cara que ponía Neo, su Golden Retriever, cuando atacaba el plato del beicon del desayuno a traición y lo pillaban infraganti. No le importó que pareciera realmente afligido, ni que el flequillo le cayese sobre la frente de lado, como a Zac Efron en los carteles a doble página que tenía colgados en las paredes de su cuarto. Tampoco que sus preciosos ojos castaños implorasen piedad. Ella estaba furiosa y él iba a recibir toda su ira.
Sin duda no fue la última vez que esto pasaría, porque cuando conoces a tu gran amor a los once años, y este es tu vecino y el mejor amigo de tu hermano, tu vida se convierte en una montaña rusa de la que no sabes si quieres o puedes bajarte. Pero cada subida es tan divertida, cada bajada tan emocionante, y cada giro tan inesperado y excitante, que… ¿quién podría resistirse?
Sin duda no fue la última vez que esto pasaría, porque cuando conoces a tu gran amor a los once años, y este es tu vecino y el mejor amigo de tu hermano, tu vida se convierte en una montaña rusa de la que no sabes si quieres o puedes bajarte. Pero cada subida es tan divertida, cada bajada tan emocionante, y cada giro tan inesperado y excitante, que… ¿quién podría resistirse?
02 - Vamos, nena, rómpeme el corazón
Dulce, picante, divertida, provocativa, adictiva…
LIBRO AUTOCONCLUSIVO.
SEGUNDO TÍTULO DE LA SERIE SWEET LOVE
La primera vez que Matt Weaver vio a Sarah Patterson, sus neuronas quedaron congeladas al contemplar a la despampanante rubia que acababa de entrar en el ascensor. Sus miradas se cruzaron una fracción de segundo en la que se vio a sí mismo estirando la postura e intentando sonreír, como un pavo real desplegando todas sus plumas para atraer la atención de la hembra. Pero estuvo seguro de que solo había conseguido reproducir un gesto estúpido y sin sentido cuando ella frunció el ceño, consternada, antes de girarse y darle la espalda.
Se había mudado a la Gran Manzana hacía unos meses con la intención de cambiar de vida, y entre sus nuevos mandamientos, en primer lugar estaba aquel: «No volverás a enamorarte ni a confiar en una mujer». Solo quería centrarse en su trabajo como residente de cirugía de uno de los mejores hospitales del país y divertirse cuanto pudiese.
Pero cuando tu vecina del séptimo parece un ángel de Victoria’s Secret caído del cielo con un especial interés en volverte loco, desvelar sus más íntimos secretos empieza a convertirse en un reto muy excitante y personal.
Porque cada mirada es tan provocadora, cada encuentro tan excitante y cada descubrimiento tan sorprendente y tentador, que… ¿quién podría resistirse?
LIBRO AUTOCONCLUSIVO.
SEGUNDO TÍTULO DE LA SERIE SWEET LOVE
La primera vez que Matt Weaver vio a Sarah Patterson, sus neuronas quedaron congeladas al contemplar a la despampanante rubia que acababa de entrar en el ascensor. Sus miradas se cruzaron una fracción de segundo en la que se vio a sí mismo estirando la postura e intentando sonreír, como un pavo real desplegando todas sus plumas para atraer la atención de la hembra. Pero estuvo seguro de que solo había conseguido reproducir un gesto estúpido y sin sentido cuando ella frunció el ceño, consternada, antes de girarse y darle la espalda.
Se había mudado a la Gran Manzana hacía unos meses con la intención de cambiar de vida, y entre sus nuevos mandamientos, en primer lugar estaba aquel: «No volverás a enamorarte ni a confiar en una mujer». Solo quería centrarse en su trabajo como residente de cirugía de uno de los mejores hospitales del país y divertirse cuanto pudiese.
Pero cuando tu vecina del séptimo parece un ángel de Victoria’s Secret caído del cielo con un especial interés en volverte loco, desvelar sus más íntimos secretos empieza a convertirse en un reto muy excitante y personal.
Porque cada mirada es tan provocadora, cada encuentro tan excitante y cada descubrimiento tan sorprendente y tentador, que… ¿quién podría resistirse?
03 - Tú, mi atracción favorita
La primera vez que Payton Walker vio a Eric Gordon, pensó que tal vez su idea de irse a vivir con dos hombres guapos y solteros había sido la peor que había tenido en mucho tiempo. Ni su mirada hosca, ni su falta de modales e interés, eran la bienvenida que había esperado. Si se había mudado allí era porque necesitaba un lugar seguro, uno en el que poder refugiarse y encontrar la estabilidad que necesitaba para su nueva vida tras pasar por un infierno por culpa de su excasero. Lo que no imaginaba era que convivir con aquel hombre se convertiría en una aventura tan abrumadora y excitante como para hacer tambalear su vida hasta los cimientos.
Para ella, que comparaba a los hombres con las atracciones de una feria, él iba a convertirse en la más peligrosa de todas, ya que perderse en su mirada castaña plagada de motas verdes era como vivir ese momento de la subida de la más formidable montaña rusa, en el que asciendes tan lentamente que hace que temas cada segundo que precede a la caída, provocando que seas consciente del peligro que te acecha, que hace que bombee tu corazón con tanta fuerza que sientes el latido en los oídos. Empiezas a marearte y sabes que de un momento a otro perderás el control.
Porque cada caricia es tan excitante, cada beso tan devastador y cada revelación tan sorprendente y seductora, que… ¿quién podría resistirse?
Para ella, que comparaba a los hombres con las atracciones de una feria, él iba a convertirse en la más peligrosa de todas, ya que perderse en su mirada castaña plagada de motas verdes era como vivir ese momento de la subida de la más formidable montaña rusa, en el que asciendes tan lentamente que hace que temas cada segundo que precede a la caída, provocando que seas consciente del peligro que te acecha, que hace que bombee tu corazón con tanta fuerza que sientes el latido en los oídos. Empiezas a marearte y sabes que de un momento a otro perderás el control.
Porque cada caricia es tan excitante, cada beso tan devastador y cada revelación tan sorprendente y seductora, que… ¿quién podría resistirse?
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